sábado, 16 de junio de 2007

Textos que salen del aula

Oh, San Pizzurno, ayúdanos

por Aldo Vietri

Dos superyoes conviven en mí casi todo el tiempo. Y espero que en muchos más, así quizás encontremos un lugar común que al fin valga la pena. A veces soy Bourdieu, pero el del ´95, de a ratitos.
El que se jugó todo su prestigio académico, como ese apostador empedernido que le juega siempre al colorado, sabiendo que la mayoría de las veces sale el blanco, o lo que es peor, el cero. “Sabemos lo que queremos”- decía – y apoyaba a los huelguistas franceses que se animaban a las calles hace ya doce años, o hace casi uno, con el funesto Contrato Primer Empleo de Chirac. Y la carpa universitaria enfrente del Pizzurno moviliza, provoca, hace jugar al colorado. Encontrar formas creativas, novedosas en las cuales encuadrar la lucha por un presupuesto universitario grande, bien grande, es una tarea descomunal, ciclópea. No sólo hablo de los billetes del gobierno nacional. ¿Cuánto está dispuesta a poner de sí misma una sociedad para una universidad pública? Quizás en algún momento también jugamos al rojo, ahora pareciera que no tanto.
Porque a veces soy el Oro que domina la mañana, porque a veces soy Daniel, soy Eduardo, o Bernardo, o Mariano, o Julio (QEPD), o la vieja que baldea la vereda a la tardecita, y lo admito, lo concedo. Un superyó bien reaccionario, bastante rancio, que se escandaliza. Cuando llego a un aula vacía a la que el profesor huelguista nunca aparecerá, cuando tengo solo dos clases prácticas antes de un parcial. El docente que dice: “el único perjudicado ante una huelga en una institución educativa pública es el alumno”. Cierto. Ese va y da cátedra, el otro no. Cuestiones domésticas, pero que decididamente hastían. Formo parte de la masa estudiantil apática, amorfa e ignorante. Es confortable, hermosísimo.
Llamemos a Bob Geldof, a Bono. Juntemos a Pink Floyd de vuelta. Traigamos a Mc Cartney, a Coldplay. Hagamos un Live Aid por la educación pública universitaria. Ya lo dijo Hendrix.(*) O por lo menos que toque León Gieco. Dudo que se resista a la tentación. Necesito conciliar a mis dos superyoes. Quizás necesitemos una gran tocada de culo lopezmurphista. Pero creo profundamente en un quiebre de la inercia, de la desidia. Con asomar el hocico a la vereda no alcanza. Hay que animarse a las calles, pero sin perder cuatrimestres. O perdámoslos, si después vendrán mejores. Cuatrimestres rozagantes, sublimes, divinos. Y me vuelve Bourdieu: “Cuanto más envejezco, más me siento empujado al crimen. Transgredo líneas que antes me había prohibido transgredir” – dijo a sus más de ¡70! años.
Una alianza huelguistas-usuarios sería siniestra, desastrosa para cualquier estructura de poder. Por eso es ilegal dar vuelta los molinetes del subte. Por eso quizás los docentes deban encontrar una piedra novedosa con la cual los estudiantes nos raspemos y ardamos. Y nos pongamos colorados.


(N. del A.: Me he enterado de que Gieco profesa el filmusismo así que esa oración no cuenta. www.lacapital.com.ar/2007/05/29/politica/noticia_392659.shtml)
(*)Music doesn't lie. If there is something to be changed in this world, then it can only happen through music. Jimi Hendrix.

5 de junio de 2007 21:01

No todo lo que brilla es independiente

por Leandro Pafundi

Lo contrario de independiente es, claro, dependiente. Al parecer la dependencia divide al cine tanto como Moisés las aguas. Por supuesto que el cine dependiente no se hace denominar de esa manera. Comúnmente se lo llama comercial, o sea, para vender. Entonces tenemos que el Festival de Cine Independiente es, por un lado no dependiente y por otro no comercial.

Curiosamente esto hace que el imaginario de la gente sea extremo. Tenemos gente que piensa que al ver este tipo de cine va sentir sensaciones únicas, intensas y verdaderas, va a estar en contacto con todo ese grupo de gente interesante y progre, y sin lugar a dudas va a poner su grito en el cielo frente a todo ese cine alienante de las empresas codiciosas dirigidas por cerdos que sobrevuelan fábricas contaminantes.

Pero también está la gente que piensa que las películas independientes son productos de poco presupuesto, con pocos actores conocidos, con pocas ideas claras, y una sobrevaloración absurda tanto de los productores, como de los espectadores de estas películas. –Una manga de drogados- a la manera de decir de una señora que paseaba por el Abasto.

Quizás todos tengan un poco de razón después de todo…

Es curioso también que en donde mayor cantidad de películas daban en el festival, sea donde más caro cobran las entradas al cine común y corriente. Es como la toma del poder por parte de una guerrilla, pero a falta de fusiles, películas, y en vez de redistribuir la riqueza equitativamente, cobrar la mitad de precio.

Todo esto pensaba cuando llegaba al cine del Atlas Santa Fe a encontrarme con unos compañeros para ver una película llamada Slumming, del director Michael Glawogger.

Slumming se le dice al “turismo cínico y destructivo de chicos ricos en lugares pobres” según la programación del festival. Estos jóvenes llevarán a un indigente a otro país cuando cae dormido tras una borrachera y en su regreso éste “emprenderá un regreso físico y espiritual”.

Lo cierto es que la película es excelente. Extrañamente me da la impresión de que los dos personajes de la película representan antihéroes amados por los que consideran lo independiente como un valor en sí mismo. Por un lado está el joven rico que vive experiencias en los suburbios, con una moral propia y socialmente reprobada, tratando constantemente de salir del convencionalismo de una ciudad muerta (entre otras cosas, de frío). Por otro lado está el borracho, pobre, poeta, que vive el día a día como puede, vendiendo sus propias creaciones y transformando en bebida alcohólica todo lo que pueda llegar a ganar con el sudor de su frente.

No está bien aplaudir al final de la película. Aquí no están los fanáticos de la Comunidad del anillo que cada vez que Legolas o Aragorn hacen una espectacular maniobra en El Señor de los Anillos aplauden a más no poder. No, acá la gente hace como que no pasó nada, como que a uno no lo pueden sorprender tan fácil.

Ahora, si cuando están pasando los títulos el protagonista grita cosas incoherentes y las luces de la sala permanecen bajas, uno debe mantener esa cara reflexiva como si evidentemente estuviera pasando algo interesante.

El Buenos Aires Festival Intencional de cine Independiente tiene sus ritos y la mayoría de la gente los cumple a rajatabla. Habría que pensar qué verídico resulta la denominación “independiente”, tanto de parte de los realizadores, como de los espectadores ya que a veces no sabemos quién es quién. No por nada la totalidad de los comerciales anteriores a cada film son de producción o post producción, y no por nada también el festival lo organiza íntegramente el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todo esto no quita, por supuesto, que Slumming es una película brillante y que quizás nunca hubiese visto si no fuera por el festival. Sin embargo El Señor de los Anillos también es una película excelente, aunque tengas que soportar a sus fanáticos gritando de alegría porque Legolas mató a tres orcos de un solo flechazo.

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