martes, 24 de abril de 2007

Aguafuertes

Consigna de producción de una aguafuerte
-Describí sucintamente alguno de los recorridos que hace a diario (consigna trayectos, lugares, transporte)
-Leé atentamente el aguafuerte de Roberto Arlt que se transcribe a continuación y tomá ese texto como modelo para escribir un aguafuerte del recorrido que describiste antes (puede ser del recorrido mismo o de alguna escena típica que presenciás o vivenciás durante el recorrido)

*El Aguafuerte es un género híbrido: prestá atención a los aspectos cronísticos, con sus descripciones; ensayísticos, con sus opiniones personales; narrativos y la presencia fuerte del enunciador.

La tristeza del sábado inglés
Roberto Arlt

¿Será, acaso, porque me paso vagabundeando toda la semana, que el sábado y el domingo se me antojan los días más aburridos de la vida? Creo que el domingo es aburrido de puro viejo y que el sábado inglés es un día triste, con la tristeza que caracteriza a la raza que le ha puesto su nombre.
El sábado inglés es un día sin color y sin sabor; un día que “no corta ni pincha” en la rutina de las gentes. Un día híbrido, sin carácter, sin gestos.
Es día en que prosperan las reyertas conyugales y en el cual las borracheras son más lúgubres que un “de profundis” en el crepúsculo de un día nublado. Un silencio de tumba pesa sobre la ciudad. En Inglaterra, o en países puritanos, se entiende. Allí hace falta el sol, que es, sin duda alguna, la fuente natural de toda alegría. Y como llueve o nieva, no hay adonde ir, ni a las carreras, siquiera. Entonces la gente se queda en sus casas, al lado del fuego, y ya cansada de leer Punch, hojea la Biblia
.
Pero para nosotros el sábado inglés es un regalo modernísimo que no nos convence. Ya teníamos de sobra con los domingos. Sin plata, sin tener adonde ir y sin ganas de ir a ninguna parte, ¿para qué queríamos el domingo? El domingo era una institución sin la cual vivía muy cómodamente la humanidad.
Tata Dios descansó en día domingo, porque estaba cansado de haber hecho esta cosa tan complicada que se llama mundo. Pero ¿qué han hecho, durante los seis días, todos esos gandules que por ahí andan, para descansar el domingo? Además, nadie tenía derecho a imponernos un día más de holganza. ¿Quién lo pidió? ¿Para qué sirve?
La humanidad tenía que aguantarse un día por semana sin hacer nada. Y la humanidad se aburría. Un día de “fiaca” era suficiente. Vienen los señores ingleses y, ¡qué bonita idea!, nos endilgan otro más, el sábado.
Por más que se trabaje, con un día de descanso por semana es más que suficiente. Dos son insoportables, en cualquier ciudad del mundo. Soy, como verán ustedes, un enemigo declarado e irreconciliable del sábado inglés.

Corbata que toda la semana permanece embaulada. Traje que ostensiblemente tiene la rigidez de las prendas bien guardadas. Botines que crujían. Lentes con armadura de oro, para los días sábado y domingo. Y tal aspecto de satisfacción de sí mismo, que daban ganas de matarlo. Parecía un novio, uno de esos novios que compran una casa por mensualidades. Uno de esos novios que dan un beso a plazo fijo.
Tan cuidadosamente lustrados tenía los botines que cuando salí del coche no me olvidé de pisarle un pie. Si no hay gente el hombre me asesina.
Después de este papanatas, hay otro hombre del sábado, el hombre triste, el hombre que cada vez que lo veo me apena profundamente.
Lo he visto numerosas veces, y siempre me ha causado la misma y dolorosa impresión.
Caminaba yo un sábado por una acera en la sombra, por la calle Alsina —la calle más lúgubre de Buenos Aires— cuando por la vereda opuesta, por la vereda del sol, vi a un empleado, de espaldas encorvadas, que caminaba despacio, llevando de la mano una criatura de tres años.
La criatura exhibía, inocentemente, uno de esos sombreritos con cintajos, que sin ser viejos son deplorables. Un vestidito rosa recién planchado. Unos zapatitos para los días de fiesta. Caminaba despacio la nena, y más despacio aún, el padre. Y de pronto tuve la visión de la sala de una casa de inquilinato, y la madre de la criatura, una mujer joven y arrugada por las penurias, planchando los cintajes del sombrero de la nena.
El hombre caminaba despacio. Triste. Aburrido. Yo vi en él el producto de veinte años de garita con catorce horas de trabajo y un sueldo de hambre, veinte años de privaciones, de sacrificios estúpidos y del sagrado terror de que lo echen a la calle. Vi en él a Santana, el personaje de Roberto Mariani.

Y en el centro, la tarde del sábado es horrible. Es cuando el comercio se muestra en su desnudez espantosa. Las cortinas metálicas tienen rigideces agresivas.
Los sótanos de las casas importadoras vomitan hedores de brea, de benzol y de artículos de ultramar. Las tiendas apestan a goma. Las ferreterías a pintura. El cielo parece, de tan azul, que está iluminando una factoría perdida en el África. Las tabernas para corredores de bolsa permanecen solitarias y lúgubres. Algún portero juega al mus con un lavapisos a la orilla de una mesa. Chicos que parecen haber nacido por generación espontánea de entre los musgos de las casas-bancas, aparecen a la puerta de “entrada para empleados” de los depósitos del dinero. Y se experimenta el terror, el espantoso terror de pensar que a estas mismas horas en varios países las gentes se ven obligadas a no hacer nada, aunque tengan ganas de trabajar o de morirse.
No, sin vuelta de hoja; no hay día más triste que el sábado inglés ni que el empleado que en un sábado de éstos está buscando aún, a las doce de la noche, en una empresa que tiene siete millones de capital, ¡un error de dos centavos en el balance de fin de mes!

9 comentarios:

fabito dijo...

Muy buena!! me gustó mucho el texto. Me quedo mas que nada con esa descripción de las personas que trabajan en los días sabado(hoy la mayoria).Lo que mas me llama la atencion, es que siendo un texto de los años ´30 (o por ahí) el tema del que trata es sumamente actual. La "injusticia social", la avaricia de algunos y la pobreza de muchos. Algo si le refuto a Don Roberto: No hay nada mejor que los sabados!!

C.E dijo...

Coincido con vos y no puedo decir lo mismo de mis sábados, que son laborales. Otra cosa que me impacta de esta aguafuerte, además de lo que señalás, es lo que dice de la calle Alsina: que siga siendo tan lúgubre como hace 70 años. Cuando recién vine a vivir a Buenos Aires vivía cerca de esa calle y ya entonces me pareció oscura (aún de día), triste y algo tenebrosa. Y a esa experiencia primera le sumo haber vivido en esa calle 6 años después. En fin, esas cosas de Arlt, esa forma tan afilada de mirar la ciudad, de conocerle las mañas...

Anónimo dijo...

necesito una descripcion y una sintesis mas clara de esta aguafuertes, serias capaz de hacerla??? por favor
desde ya muchas gracias

Anónimo dijo...

ahhhhhhhh.. muy lindo el blog

Unknown dijo...

Muuy lindo!
Yo tengo que crear un aguafuerte para el colegio y no se me ocurre nada y eso que lei todas las agua fuerte de Arlt! No tengo imaginación...
Alguien que me ayude por favor?)
Desde ya muchas gracias!!

Anónimo dijo...

Pudiste hacer una para el cole

Unknown dijo...

Necesito hacer un aguafuerte y no se cómo. Ayudaaa

Unknown dijo...

Necesito hacer un aguafuerte y no sé me ocurre ningún tema. Tampoco se si hablarlo en primera persona. Alguien me puede tirar una idea? Me gustaría que se sobre algún tema actual, en el que la mayoría se sienta identificado

nalinipaas dijo...

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